'Nunca me pusieron límites': Pablo Pineda
Entra a cartelera nacional 'Yo, también', una película que dignifica a las personas con síndrome de Down. Su protagonista estuvo en Bogotá.
Sentado en en el lobby de los teatros de Avenida Chile, en el norte de Bogotá, el malagueño Pablo Pineda, el protagonista de 'Yo, también', dice que si alguien espera ver una historia triste, trágica o lastimera, lo mejor es que vaya a ver otra película: "Es un canto al optimismo, a la normalidad y, a la vez, a la diferencia".
Pineda, quien a los 7 años supo por un profesor que tenía síndrome de Down, duró dos años decidiendo si quería protagonizar este filme de Antonio Naharro y Álvaro Pastor, con el que terminó conquistando la Concha de Oro como mejor actor en el Festival de Cine de San Sebastián.
Pineda es la primera persona con este síndrome que se gradúa de la universidad en España. Su profesión: psicopedagogía.
¿En qué ha cambiado su vida después de la película?La atención mediática ha sido muy grande. Yo ya tenía relación con los medios y con la prensa, pero todo ocurrió tan de golpe. Internamente también. Tengo otra forma de ver la vida, con más madurez, sin sentirme víctima de nada. Me siento más valiente. Me hacía falta. Soy una persona distinta a la de antes de la película.
¿Quisiera volver a hacerlo?No. Ha sido una experiencia inigualable, pero dedicarme al oficio no; no es una profesión estable y en la que puedas decir 'voy a ayudar'. Eso es lo que yo quiero: ayudar y concienciar. Eso se logra dando conferencias, estando con la gente, hablando con los empresarios para que integren a las personas con síndrome de Down. En el cine esto se queda en el aire.
El síndrome de Down ha sido tratado muy poco en el cine. ¿De qué sirve?Las películas hacen que la gente con síndrome de Down se vea, salga a la luz. Lo que hay que hacer es concienciar a la sociedad. Se ha creado desde hace muchos años un modelo en el que no se nos ve como personas, sino como discapacitados, minusválidos, retrasados, enfermos, deficientes. Ha hecho mucho daño. No se nos conoce como somos, sino con muchos calificativos, adjetivos.
¿A quiénes responsabiliza?Es la ciencia, son los médicos, los sicólogos. Se ha creado un modelo científico falso, que se ha trasladado a uno social que crea exclusión, discriminación. Hay también un modelo educativo basado en los problemas y no en lo que sabes hacer y un modelo familiar que no confía en ti, que te sobreprotege. Queremos romper con ese modelo. Que se nos vea y se nos conozca como personas.
Usted ha dicho que en su casa no le dijeron que tenía síndrome de Down, ¿cree que ese es el camino?A mí me lo contó un profesor. Fue natural, directo. Me preguntó si sabía; yo no sabía nada, aunque le dije que sí. Tenía 7 u 8 años. Me preocupaban dos cosas: si era tonto y si tenía que dejar a los compañeros del colegio. Cuando me respondió que no a las dos preguntas dije 'se acabó'.
Tuvo la suerte de estar en un medio que lo incentivó.Exactamente. Ese es el tema: estar en un medio que te estimula, no te pone límites, confía en ti y en lo que sabes hacer, y no te sobreprotege. Una familia y unos profesores así son fundamentales.
Pero hay casos en los que a pesar de que la familia y los profesores estimulan, la persona no responde.También puede ser, pero tenemos muchas diferencias entre nosotros, como todo el mundo. Hay personas 'normales' que pueden llegar a ser ministros de gobierno, otras no. A nosotros nos pasa lo mismo: hay quienes llegan y quienes no. Puede que esa persona tenga un trastorno asociado que le impide desarrollarse cognitivamente hablando. Es verdad que los padres intentan y si la persona no responde, ellos se frustran. Siempre les digo que no deben perder la paciencia, que hay que seguir luchando.
¿Qué hacía su mamá con usted, por ejemplo?Mi madre siempre me ha hablado mucho, desde pequeño. Mis padres me estimularon en el plano intelectual y cultural. Mi padre me enseñó a leer a los 4 años. Me transmitieron el amor a la lectura y a la cultura, en general.
¿Cuáles son los peores errores que pueden cometer unos padres con su hijo que padece síndrome de Down?El peor es no confiar en él y en sus posibilidades. 'No confío y lo dejo'. Es un error garrafal. Lo que puede aprender es tanto, que no estimularlo es un error. Sobreprotegerlo también. Pensar que su futuro va a estar nada más que entre cuatro paredes con su padre y su madre. Es horroroso. Es quitarlo de la sociedad. Tenemos que estar en sociedad, con los demás, porque así se comparten muchas cosas y así se aprende. Una persona sola no aprende en la vida.
¿Cuándo cayó en la cuenta de la función que podía cumplir en la sociedad?Cuando me dijeron que tenía síndrome de Down. A partir de ahí cogí la bandera. Recuerdo que en mi primera aparición en los medios cuando dije: "Dejad que los niños como yo estén en los recreos con los otros niños".
¿Qué planes tiene?Intentar conseguir un puesto de trabajo. A ver si puede ser en el Ayuntamiento de mi ciudad. Después vendrán otros objetivos, como la independencia. Cuando uno tiene una cierta edad ese objetivo se plantea. Y, por supuesto, tener una pareja, una familia, como cualquier persona.
Usted ha dicho que en su casa no le dijeron que tenía síndrome de Down, ¿cree que ese es el camino?A mí me lo contó un profesor. Fue natural, directo. Me preguntó si sabía; yo no sabía nada, aunque le dije que sí. Tenía 7 u 8 años. Me preocupaban dos cosas: si era tonto y si tenía que dejar a los compañeros del colegio. Cuando me respondió que no a las dos preguntas dije 'se acabó'.
Tuvo la suerte de estar en un medio que lo incentivó.Exactamente. Ese es el tema: estar en un medio que te estimula, no te pone límites, confía en ti y en lo que sabes hacer, y no te sobreprotege. Una familia y unos profesores así son fundamentales.
Pero hay casos en los que a pesar de que la familia y los profesores estimulan, la persona no responde.También puede ser, pero tenemos muchas diferencias entre nosotros, como todo el mundo. Hay personas 'normales' que pueden llegar a ser ministros de gobierno, otras no. A nosotros nos pasa lo mismo: hay quienes llegan y quienes no. Puede que esa persona tenga un trastorno asociado que le impide desarrollarse cognitivamente hablando. Es verdad que los padres intentan y si la persona no responde, ellos se frustran. Siempre les digo que no deben perder la paciencia, que hay que seguir luchando.
¿Qué hacía su mamá con usted, por ejemplo?Mi madre siempre me ha hablado mucho, desde pequeño. Mis padres me estimularon en el plano intelectual y cultural. Mi padre me enseñó a leer a los 4 años. Me transmitieron el amor a la lectura y a la cultura, en general.
¿Cuáles son los peores errores que pueden cometer unos padres con su hijo que padece síndrome de Down?El peor es no confiar en él y en sus posibilidades. 'No confío y lo dejo'. Es un error garrafal. Lo que puede aprender es tanto, que no estimularlo es un error. Sobreprotegerlo también. Pensar que su futuro va a estar nada más que entre cuatro paredes con su padre y su madre. Es horroroso. Es quitarlo de la sociedad. Tenemos que estar en sociedad, con los demás, porque así se comparten muchas cosas y así se aprende. Una persona sola no aprende en la vida.
¿Cuándo cayó en la cuenta de la función que podía cumplir en la sociedad?Cuando me dijeron que tenía síndrome de Down. A partir de ahí cogí la bandera. Recuerdo que en mi primera aparición en los medios cuando dije: "Dejad que los niños como yo estén en los recreos con los otros niños".
¿Qué planes tiene?Intentar conseguir un puesto de trabajo. A ver si puede ser en el Ayuntamiento de mi ciudad. Después vendrán otros objetivos, como la independencia. Cuando uno tiene una cierta edad ese objetivo se plantea. Y, por supuesto, tener una pareja, una familia, como cualquier persona.
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